jueves, 16 de abril de 2015

El día en que fui a clase, quedé lisiada, y gané dos excursiones



Hoy ha sido el primer día que he asistido a clase. Mi tutor me engañó y me invitó amablemente a una jornada de charlas sobre restauración y demás.

Madrugón, media hora en bus, y casi 9 horas de charla sobre iglesias medievales, piedras, morteros, más piedras, técnicas de diagnóstico de patologías… okaaay okaaaaay

El momento cumbre del día ha sido cuando a las nueve menos cuarto de la mañana, me pegué la que ha sido la hostia más épica de mi vida subiendo los escalones de la entrada del edificio, con la consecuente pérdida de dignidad, insensibilidad de mi pierna izquierda y lágrimas en abundancia. Eso sí, por la tarde al terminar, con un par me cogí la bici y me pedalee medio Torino para ir de compras… necesitaba consolarme.
Por ende, tengo ahora mismo el tobillo que parece el tronco de una secuoya.

Y lo bueno, que siempre lo hay;

¡Uno!

A final de mes me he ganado una visita a una iglesia en Saluzzo, para hacer un análisis térmico de los muros, una fricada con una cámara de infrarrojos que MO-LA-MU-CHO y que en mi universidad española solo he visto en diapositivas.

¡Y dos!

Como soy encantadora, me han invitado a asistir también junto con 15 alumnos de master, al salón anual de la restauración en Ferrara (entre Bologna y Venecia). Eso se traduce a dos días de turismo medieval por allí, y una visita a una exposición de la paaaarra sobre la creme de la creme de la restauración italiana. Ahí me entró la risa, porque eso significaba un viaje en bus/tren de varias horas y unos cuantos euros, y una noche de hotel (otros tantos euros de más). Les he dicho que soy Erasmus y que soy pobre, y van y me sueltan que no me preocupe, que la universidad me paga el viaje. ¡ASÍ SÍ!

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