Bueno, bueno, bueno…
lunes 23 de febrero de 2015! Dentro de tres días estaré cargando maletas por
las calles de Torino, camino al que será mi hogar estos 5 meses. ¡¡Parecía que
no iba a llegar nunca!!
“Oh, Esther! Debes de
tenerlo todo listo, ultimando detalles…” PUES NO. El salón de mi casa parece
ahora mismo un Bershka en rebajas. Tengo el reto de desafiar las leyes de la
física tal y como las conocemos y meter en una maleta de 23kg y otra de 10kg,
todo lo que voy a necesitar... misión
imposible. Unas bolsas para envasar al vacío, selección minuciosa, un poco de
materia oscura y polvo de hada para aderezar… seguro que entra todo.
Esfuerzo que no tendrá
sentido ya que estoy segura que será llegar al aeropuerto y acordarme de las
mil cosas imprescindibles que me habré dejado. Pero bueno, cuando acostumbras a
no planificar y a dejar las cosas para tu “yo” del futuro, pasan estas cosas, y
una se acostumbra.
Ando estresada. Ando estresada
desde hace un tiempo. Desde que me ofrecieron de un día para otro una plaza Erasmus
y tuve que tramitar todo en 15 días, desde que empecé a buscar una habitación
acogedora a la par que económica, desde que compré el billete de avión…
Vete de Erasmus decían, lo pasarás genial decían…
que sí, que será una experiencia brutal, pero no te
cuentan toda la mierda de papeleo, peleas con los coordinadores de tu
universidad y cuestiones a solucionar antes de ir. Que mi familia y mis amigos están hasta el
moño de mí y de la monotemática del Erasmus, y no me lo dicen porque son buena gente y me
aprecian, pero yo lo sé, lo séeeee…
Después de estos trámites, he reflexionado y he llegado a la
conclusión de que normal que los Erasmus tengan fama de fiesteros desfasados.
¡De alguna forma tendrán que resarcirse las
criaturitas! Después de semanas mareándonos sin piedad, llegas a la ciudad en
cuestión, y te das a la fiesta, a la bebida, al vicio y a todo…
Y TE LO
MERECES. La culpa no es tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario